En el 2013, les había compartido mi alegría de ser llamada por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos a participar en un diálogo ecuménico sobre el bautismo, con otros 14 teólogos o pastores católicos, luteranos y menonitas. Después de Roma, Estrasburgo y Elspeet, nuestro 4º encuentro tuvo lugar en Bogotá, Colombia, durante la primera semana de marzo del 2016.
Nos recibió la Conferencia Episcopal de Colombia, en su hermoso centro, bien equipado y calmo.
Visitamos algunos museos y antiguas iglesias, de estilo barroco, como también el principal lugar de peregrinación en ésta ciudad: Monserrat, unos 3150 metros de altura.
Un sacerdote colombiano nos habló del proceso de paz que se está dando después de 60 años de conflicto entre los pequeños propietarios de tierras, los guerrilleros, el gobierno y los militares. Es un conflicto que costó 8 millones de víctimas directas sobre una población de 47 millones. Es la hora de la justicia y el perdón, las Iglesias están trabajando sobre ésto. Un soplo de esperanza atraviesa todo el país.
Este año reflexionamos sobre el seguimiento de Cristo y de la misión a la que está llamado todo bautizado. Los debates fueron menos conflictivos que en los años precedentes, en que examinábamos la relación entre bautismo, pecado y gracia!
Pero la cuestión del re-bautismo que practican los menonitas, con respecto a los católicos y luteranos que fueron bautizados durante la infancia, sin profesar su fe, permanece como una cuestión espinosa.
Un cierto número de puntos referentes a la vida del discípulo de Cristo pueden ser propuestos y vividos en común por los bautizados de diversas confesiones (estudio de las Sagradas Escrituras, oración, compromiso espiritual y ético, servicio al prójimo, anuncio del Evangelio)
Raj, un luterano de la India, nos habló de Dietrich Bonhoeffer ("El seguimiento de Cristo, la gracia que cuesta"), y Alfred, un menonita paraguayo, habló de la "Imitación de Jesucristo".
Por mi parte, me servi de la Lumen Gentium, en particular, del nº 40:
"...Los seguidores de Cristo, llamados por Dios no en razón de sus obras,
sino en virtud del designio y gracia divinos y justificados en el Señor Jesús,
han sido hechos por el bautismo, sacramento de la fe, verdaderos hijos de Dios
y partícipes de la divina naturaleza, y, por lo mismo, realmente santos. En
consecuencia, es necesario que con la ayuda de Dios conserven y perfeccionen en
su vida la santificación que recibieron. El Apóstol les amonesta a vivir «como
conviene a los santos» (Ef 5, 3) y que como «elegidos de Dios, santos y amados, se
revistan de entrañas de misericordia, benignidad, humildad, modestia, paciencia»
(Col 3, 12) y produzcan los frutos del Espíritu para la santificación (cf.
Ga 5, 22; Rm 6, 22).
Pero como todos caemos en muchas faltas (cf. St 3,2), continuamente necesitamos
la misericordia de Dios y todos los días debemos orar: «Perdónanos nuestras
deudas» (Mt 6, 12).
Es, pues, completamente claro que todos los fieles, de cualquier estado o
condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección
de la caridad, y esta
santidad suscita un nivel de vida más humano
incluso en la sociedad terrena. En el logro de esta perfección empeñen los
fieles las fuerzas recibidas según la medida de la donación de Cristo, a fin de
que, siguiendo sus huellas y hechos conformes a su imagen, obedeciendo en todo
a la voluntad del Padre, se entreguen con toda su alma a la gloria de Dios y al
servicio del prójimo.."
El año próximo, 2017, nos encontraremos por última vez en Augsbourg, Alemania, para nuestro diálogo trilateral. Allí elaboraremos el texto final de nuestro trabajo.
Pero desde ya, damos gracias a Dios por éstas bellas páginas de esperanza ecuménica!
Hna. Marie Hélène Robert, nsa
Artículo traducido del boletín de las Hnas. nsa de Francia: "France Horizon", nº 128
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