viernes, 14 de octubre de 2016

LA MISION AYER Y HOY: AL SERVICIO DE LA VIDA; HNA. MARIE-JOSE GOEPFERT.

Mi misión de partera en Africa, encuentra su raíz, antes que nada en un llamado a ser testigo de un Dios que se revela como Salvador de toda la humanidad y en particular en las situaciones de sufrimiento que golpea a los más pobres.

Hoy, las obligaciones profesionales ya no marcan el ritmo de mis jornadas. Ahora que estoy retirada, tengo tiempo para descansar y recordar para agradecer.
Nuestras trayectorias misioneras nos permitieron vivir experiencias extraordinarias, a veces dolorosas, pero dejando todas, importantes enseñanzas para la vida.

Quiero detenerme en Chad, una misión al servicio de la vida.
Ya no ignoramos que Chad forma parte de los países más pobres del planeta.
Enclavado en medio de Africa, desértico o sahariano en la mayor parte de su superficie, la pobreza, la enfermedad, la malnutrición han causado estragos durante años.
Como sabemos, los medios de comunicación son factores de desarrollo, sin embargo, allá, ellos están terriblemente ausentes.
Afortunadamente las cosas están cambiando, la reciente riqueza petrolera genera fuentes de ingreso y suscita infraestructuras que transforman al país. Pero las cosas no van tan rápido y los conflictos, las guerras, son poderosos frenos para el progreso social.
Nuestras comunidades, desde el inicio, se aplicaron a romper el círculo infernal del sufrimiento, de la pobreza física e intelectual.

Cuando llegué a N´Djamena, descubrí estupefacta, las interminables filas de enfermos que, desde las 4 de la mañana esperaban en la puerta del dispensario de Chagoua, para estar seguros de ser atendidos.
En tanto que enfermera y partera preparada para la enseñanza, gracias a una formación pedagógica en ciencias de la salud, me sentí interperlada a trabajar en la formación del personal sanitario y social.
Es el compromiso que asumí en la Escuela Nacional de Salud de N´Djamena, como parte del Instituto Tropical Suizo, del programa de Salud de la Cooperación Francesa y de los servicios madre-niño en el dispensario Nuestra Señora de los Apóstoles de N´Djamena Chagoua.

Después de un año de servicios en la maternidad del Hosptial de Sarh, en el sur de Chad, fuí destinada a la sección parteras de la Escuela Nacional de Salud Pública y de Servicio Social.
Instituídos por la OMS (Organización Mundial de la Salud) y los diferentes organismos internacionales de salud, los programas de enseñanza de la escuela de parteras, eran muy buenos, pero los medios de los que disponíamos eran irrisorios.
Perseverar hasta el final del curso de parteras, era tanto para los alumnos como para los profesores, semejante a ganar una carrera de obstáculos.
Recién en 1990, los organismos internacionales construyeron una Escuela de Salud digna de ese nombre.
El área de formación de parteras, fue privilegiada, pues beneficiamos de ayudas exteriores que nos procuraron los elementos básicos para la formación: libros, documentos, fotocopias de apuntes, etc.

Este compromiso con la formación del personal de la salud y más particularmente, la formación de parteras obstetras, me permitió de avocarme en un proyecto que permanece esencial: la formación de personal paramedical que mañana nos reemplazarán y harán un trabajo mejor que el nuestro.
Era esencial no perder de vista el terreno donde se vivían los problemas de salud, los hospitales periféricos y el flujo de enfermos venidos de todos los horizontes, los centros de salud más alejados donde íbamos para las pasantías de los alumnos.

Les cuento algo de nuestras expediciones, tan pintorescas como riesgosas:
Eramos un grupo con unos 20 alumnos con sus equipajes, material y víveres, en los camiones (que no parecían muy seguros...) puestos a nuestra disposición por el ministerio de la salud.
En una de esas epopeas, los frenos del camión se rompieron y fuimos a dar contra los bancos de arena que están en la orilla del río Chari, y así, evitamos una gran catástrofe. Afortunadamente, tampoco era la estación de lluvia, de haber sido así, la caída en el río hubiese sido inevitable.
Una vez en el lugar para las pasantías, no sólo asegurábamos los tratamientos correspondientes a los dispensarios de campaña, es decir, las consultas pre natales y el control de los bebés y niños pequeños, sino también, la educación sanitaria que consistía en enseñar algunas reglas básicas de higiene para los cuidados de la madre y de los niños.

La formación de las matronas tradicionales fue, entre otras, una experiencia maravillosa.
Durante años, En la Escuela Nacional de Salud, dimos a los estudiantes para parteras obstetras, una formación profesional que les permitió, hacer frente a las situaciones que se presentaban en el dominio de la salud materno infantil. Pero Todo ésto no era suficiente.
 Reflexionando sobre la realidad, llegamos a la conclusión que era sumamente necesario formar también a las matronas tradicionales, para una mayor eficacia del proyecto de cuidados madre-niño.
Las matronas tradicionales forman parte de la comunidad, de la cultura tradicional local y continúan, en muchos lugares, gozando de gran prestigio, y ejercen una influencia considerable sobre las prácticas sanitarias locales.
Las matronas tradicionales se volvieron preciosas aliadas en la organización de los esfuerzos destinados a mejorar la salud de la madre y del niño.
Con el tiempo, las mismas matronas, por ellas mismas, pedían mayor formación, y estaban orgullosas de recibir al final del curso, el material necesario para trabajar correctamente (pinzas, tijeras y demás herramientas)

Durante todo ese tiempo en la Escuela Nacional de Salud, el programa al que yo pertenecía, se empeñó en la formación de personal africano competente, para que ellos mismos puedan asumir y asegurar la continuidad de la formación del personal paramedical.
Asi fue que desde octubre de 1989 trabajé como responsable de la escuela, con mis futuros reemplazantes. Ellos asumieron la responsabilidad de la escuela al inicio del ciclo de 1990. De mi parte, continué como profesora. 

Siempre en el área de la formación, pedí un translado al Hospital General de Referencia en N´Djamena, para la formación permanente del personal. Este proyecto estaba en el marco de un trabajo de co-gestión del proyecto de sostén de la Maternidad por parte de la Cooperación Francesa. Se logró realizar un servicio de neonatología y de bebés prematuros.
Fue una experiencia muy enriquecedora. Mientras tanto, no perdía de vista la formación de la Escuela de Parteras obstetras que llegaban a la maternidad para sus prácticas. 

Estas experiencias que me pertimitieron ver como salían adelante tantas mujeres, me enseñaron a dejarme modelar, antes que nada por el Evangelio, pero también por el llamado de los otros, del mundo de hoy.
Me vi en la necesidad de convertir incesantemente mis métodos de trabajo y mis modos de presencia. Lo que me llevó a ser inventiva, acogiendo la verdad del otro con respeto.

Sin dudas, tuve la oportunidad de dar, de compartir un saber para permitir a otros hacer lo que yo hacía, y también, recibí muchísimo de parte de ellos.

                                                    Hna.  Marie-José GOEPFERT, nsa

Artículo traducido del boletín de las Hermanas Misioneras nsa de Francia: "France Horizon", nº 129.

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