En Argentina, la Hna. Olga, continua con la obra comenzada por otros...
Una de las experiencias que siempre me ha sostenido en el camino, fue y será el testimonio de nuestras primeras Hermanas.
Ellas fueron mujeres fuertes que osaron arriesgar sus vidas por Dios, sin cálculos, sin miedo, porque tenían una total confianza en Aquel a quien seguían.
Hoy nosotras continuamos la misión tras las huellas que ellas nos dejaron.
Soy de Costa de Marfil, Religiosa en la Congregación Nuestra Señora de los Apóstoles. Deje mi país en diciembre del 2012 para una nueva misión en Argentina.
Nueva misión, nueva realidad, nueva cultura, nuevo idioma!
Cuando llegué, estudié español durante 3 meses en Buenos Aires. Un Español llamado "castellano", adaptado al contexto del país.
Inmediatamente, traté de ponerme al servicio con mi formación de Trabajadora Social, para eso, acompañé a una colega en sus distintas actividades, en el Gran Buenos Aires. Esto me permitió de conocer la organización y las estructuras del país.
Luego fui enviada al centro del país, a nuestra Comunidad en Córdoba, que es una de las 23 provincias que componen el país.
En la comunidad somos tres hermanas: una de Nigeria, una argentina y yo.
Vivimos en un barrio periférico de la ciudad, donde hay gran cantidad de personas en situación de pobreza.
Como en todas partes, "pobreza" expresa también lo que genera la pobreza: inseguridad, droga, alcohol, personas ancianas solas, mujeres y niños son asistencia, sin protección...
Mis actividades son variadas: represento a la comunidad nsa en el Consejo Pastoral de la Parroquia, participo de una de las Comunidades Eclesiales de Base del barrio (CEB), y visito las personas ancianas y las que viven solas, en el barrio.
En la ONG "Manos Abiertas" (donde ya trabaja una de mis Hermanas de la comunidad), colaboro con la Trabajadora Social en el acompañamiento de las personas sero positivas. También visitamos los enfermos en fase terminal.
Si es cierto, como se dice, que cada misión es única, creo que la particularidad no sólo depende de las diferencias entre los pueblos, sino de la actitud con la que, en tanto que misionera, me hago cercana de la realidad de las personas a las que fui enviada, y que son para mí, "el pueblo de Dios".
Cualquiera sea el lugar donde se viva la misión, siempre hay, en el seno de un pueblo, un mensaje a descifrar en profundidad. Es aquí que nuestra relación con Dios toma un nuevo sentido y El nos ayuda a vivir cada día con una mirada nueva.
Puedo leer muchos libros de teología o bellas reflexiones sobre la Misión; para mi, lo importante es saber cómo vivir la misión cada día, cómo dejar transparentar en mi vida cotidiana mi experiencia de Dios.
Creo que nuestras primeras Hermanas también experimentaron todo ésto, por eso conservo preciosamente en mi corazón ésta certeza: sus oraciones me acompañan en mi caminar con Dios.
Hna. Olga Kone, nsa.
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