sábado, 2 de enero de 2016

EXPERIENCIA MISIONERA EN COSTA DE MARFIL (1)

Soy Roberta y el viaje a Costa de Marfil fue mi primera experiencia misionera. En las tres semanas que duró la experiencia que compartí con Carolina y Caterina, gracias a la indispensable guía de la Hna. Annamaria (de las hnas. Misioneras nsa), tuvimos la oportunidad de encontrar personas maravillosas que nos recibieron cálidamente, ofreciéndonos siempre lo poco que tenían para hacernos sentir como en nuestras propias casas.
Son los Sacerdotes misioneros de la SMA y las Hermanas misioneras nsa que nos recibieron y ofrecieron su hospitalidad. 

Desde la ciudad de Abidjan, los Padres de la sma nos llevaron a conocer el leprosario de Adzopé, allí encontramos hombres, mujeres, niños y niñas cuyo sufrimiento corporal los vuelve fuertes espiritualmente. Al día siguiente fuimos a Grand Bassam para visitar el lugar donde llegaron por primera vez, en 1895, hace 120 años, los primeros misioneros de la sma.
También visitamos la catedral Sagrado Corazón, y permanecimos un momento en el sitio donde están inscritos los nombres de aquellos primeros misioneros.

En Mossou, donde llegaron las primeras Hermanas nsa, hicimos una "peregrinación" visitando sus tumbas. 
Estos lugares guardan los signos de los inicios de la obra evangelizadora en Costa de Marfil. 
También pudimos ver el oceáno, que está a pocos metros.

Al quinto día, fuimos a Korogo y Ferkessedougou.
En Korogo, el Padre Marco (sma) nos preparó una emotiva bienvenida y hemos podido encontrarnos con personas que hicieron de la fe cristiana su real opción de vida. 
Gracias a Lorenzo, un laico de Padova, pudimos compartir y animar una jornada con los niños, niñas y las mujeres del Centro San Camilo: un centro para enfermos mentales. Este fue para mí, uno de los mejores momentos de éste viaje. Porque ellos, supieron regalarme mucha alegría de una manera simple y cálida.

Luego de dos días en Ferké, fuimos a Bouaké, donde permanecimos cuatro días en compañía de Claudia, una laica de la diócesis de Gorizia que nos permitió conocer el orfanato donde ella trabaja. Compartimos esos días con los niños que viven allí y tratamos de dar una mano en distintos servicios. No fué fácil separarse de los niños!

Finalmente, la hna. Atilia, nos hizo conocer Yamoussoukro y nos condujo de regreso a Abidjan.

No es fácil expresar con palabras todo lo que viví en esas tres semanas. Podría decir que la principal sensación que emerge, es la de haber encontrado la serenidad y la dimensión de humanidad que hace mucho tiempo no vivo en mi propio país.
No siempre fue fácil, pero cada persona encontrada, cada palabra, cada gesto, cada minuto pasado me ayudaron a vivir éste viaje con un espíritu misionero.
Gracias a los testimonios y ejemplos de vida que encontré allí, comprendí que es el hecho de "estar" en el lugar lo que hace que alguien sea misionero/a.  Debido a que nuestro "estar" fue muy breve, seguramente nuestro pasaje no aportó frutos a quienes encontramos, pero nuestra "partida" me dio la esperanza de poder, en el futuro, hacer algo más, la certeza de quererlo y el deseo de volver o ir a otro sitio similar, y un día, también yo, poder "estar" (permanecer) en medio de éste pueblo.  

Gracias, Costa de Marfil!

                                                                  Roberta Paccagnella.


Artículo publicado en la revista "Regina Apostolorum" de las Hnas. nsa de Italia; septiembre 2015. 

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