07/01/2016 – El P. Ceferino Cainelli, es
argentino y desde hace 8 años vive en Ángola, en donde trabaja en
conjunto con sacerdotes de otras comunidades. Pertenece a la Sociedad de misiones Africanas, de descanso por Córdoba, pasó por los estudios de Radio María para compartir su experiencia en tierras de misión.
“La
Sociedad de misiones Africanas es una comunidad misionera que nace en
el año 1896 y que tiene como carisma el primer anuncio en el continente
africano. Somos una sociedad de vida apostólica, sacerdotes venidos de
todos los continente que trabajamos especialmente en África en 16 países
y en los países de origen animando y despertando el espíritu misionero”
contó el P. Ceferino.
Sobre
su lugar de misión, contó que “Angola es un país dentro de África que
cuenta con aproximadamente 20 millones de habitantes, yo me encuentro en
la periferia de Luanda, la ciudad capital que ha crecido notablemente. Somos
un equipo de sacerdotes de la sociedad de misiones africanas, “Es una
pastoral amplia porque es un territorio grande. La parroquia está
dividida en 6 sectores por lo que cada uno trabaja en una zona que en
realidad cada una es como una gran parroquia. Nos dejamos sorprender
por todas las cosas que vamos encontrando en el día a día y procurando
dar una respuesta desde el anuncio del evangelio en éstos pueblos”.
“La
sociedad de misiones africanas trabaja especialmente para el
crecimiento del clero local. Desde el inicio de nuestra presencia en
Angola, hace 18 años, hemos trabajado mucho en la Pastoral Vocacional
ayudando a la iglesia local a que pueda ir creciendo en el número de
sacerdotes. Actualmente esta diócesis cuenta con 6 sacerdotes, y algunos
jóvenes que quieren ingresar en nuestra comunidad misionera, asique
vamos a comenzar la formación de algunos jóvenes en sus primeros pasos”
explicó.
Ser misionero
El
P. Ceferino reconoce que su vocación apareció en el interior de su
familia que era practicante, pero de un modo más fuerte al ingresar en
un grupo misionero: “Llegando a mi edad adolescente tuve la
gracia de participar de un grupo misionero que me ayudó a hacer una
experiencia más concreta de encuentro con los otros, en la Prelatura de
Deán Funes. Ibamos a misionar, y allí fue naciendo este llamado”.
En
cuanto a su actividad de cada día, destacó el continúo trabajo en
“abrir puertas y ventanas para compartir el evangelio que hemos
recibido”.
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