"PARA QUE ELLOS TENGAN VIDA"
"El grano de mostaza es el más pequeño de todas las semillas, pero cuando germina y crece, él se transforma en un enorme árbol!"
El tiempo que pasé de misión en Agbovile con los jóvenes y por los jóvenes es el más hermoso momento de mi vida misionera. He dado, pero he recibido mucho más de aquellas multitudes de jóvenes creciendo en el conocimiento y en la fe.
En 1981, desde Abengourou, fui enviada a la misión de Agbovile. En aquel momento, la comunidad de hermanas nsa estaba integrada por la Hna. Francesca Sciccolone, responsable del internado y de la comunidad, Hna. Hélène Fayard, responsable de la escuela primaria; hna. Odette Arriemerlou, para trabajar con los jóvenes.
A mi llegada y hasta que la Hna. Odette fue enviada a Adjamé, me encargué de la catequesis en la escuela primaria. Más tarde, llegó la Hna. Jeanne D´Arc para ocuparse de los niños y niñas. Entonces, asumí la responsabilidad del Catecumenado de jóvenes.
Los jóvenes provenían de escuelas públicas: el Colegio Moderno, el Liceo, el Colegio técnico.
Muchos de ellos eran originarios de la región, y otros provenían de regiones más lejanas, pero todos, de Costa de marfil. En general, se alojaban en la casa de un tutor, que no se ocupaba de ellos.
Con el grupo de animadores de jóvenes, nos dimos cuenta que ellos necesitaban leer, pero no tenían los medios necesarios para eso.
Entonces, en mi oficina de catequesis, en la escuela, sobre dos bancos, coloqué algunas revistas. Y comprobé que eso les interesaba. Por lo tanto, pagué algunas suscripciones a ciertas revistas, como "Missi", y también me comuniqué con el Centro Cultural Francés para obtener algunos libros. Me enviaron algunos libros sobre diversos temas, así que mi exposición de libros disponibles para su lectura, creció. Como constaté que también aumentaba el número de interesados por la lectura, pensé en la posibilidad de crear una verdadera biblioteca.
Entonces hicimos construir una sala, cerca de nuestra casa, para el catecumenado y la biblioteca. Con diversos dones que nos enviaron para éste fin, arreglamos la sala: el carpintero del barrio hizo algunos estantes, algunas mesas, y un pequeño quincho a la entrada de la sala.
Para acomodar los libros convenientemente, pedí ayuda a los profesores y al director del Liceo.
Los jóvenes provenían de familias que no poseían el dinero suficiente para comprarles los libros escolares. Por lo que me aconsejaron de comprar algunos de éstos libros, diccionarios, y obras literarias francesas y africanas que incluía el programa escolar.
Por otra parte, esos jóvenes, en los lugares donde se alojaban, no contaban con electricidad ni con un lugar para estudiar.
Allí comenzó realmente la biblioteca!
Poco a poco, gracias a la ayuda que nos brindó la Embajada de los Países Bajos, la Fundación Massieille y otros amigos benefactores, pudimos aumentar las suscripciones a diversas revistas: "La Croix", "Jeune Afrique", "Le Monde International", y comprar colecciones de romances, libros sobre política, sobre religión, comics, vida de santos, todos devorados por los jóvenes.
Al principio, la biblioteca era frecuentada sólo por los ocho animadores, y más tarde, tuvimos hasta 6000 ingresos.
Fue necesario crear un reglamento, horarios, organizar los libros que se podían prestar y los que sólo se podían consultar en la biblioteca y una pequeña cuota de suscripción.
Pascal, uno de los jóvenes, aceptó el rol de secretario.
La biblioteca permanecia abierta hasta las 22 hs. Yo trataba de estar presente el mayor tiempo posible, pues, al tener la responsabilidad del Catecumenado, la biblioteca me ofrecía un lugar privilegiado para encontrarme con los jóvenes. Siempre había jóvenes que querían hablar, necesitaban ser escuchados, aconsejados.
Cuando hubieron tantos problemas en la Universidad de Abidjan, los jóvenes venían a contarme lo que sucedía: represión violenta, agresión a las jóvenes, destrucción de material... Ellos aprendían a analizar la situación y tal vez también, a ganar confianza en sí mismos. Era una situación peligrosa, había que ser muy prudente, ya que cualquier palabra podría ser mal interpretada y llevada fuera...denunciada!
Pese a la vigilancia atenta de Kouassi, había algunos libros que desaparecían...
Dado que los jóvenes que acudían a la biblioteca eran cada vez más numerosos, hicimos construír más quinchos alrededor de la sala de lectura. Allí los estudiantes venían a estudiar y hacer sus tareas hasta muy tarde en la noche. A veces, también se juntaban allí para compartir el tiempo libre.
El silencio era exigido, a veces, a través de una música suave que los jóvenes apreciaban muy bien.
Después de los exámenes, era el momento de la recreación y los jóvenes venían a leer los comics, jugar al scrabble, y otros juegos de mesa.
Lo que me apasionó, fue el poder interesarme por sus estudios, asegurarles una presencia, un sostén, una escucha fraterna, ya que la mayoría estaba lejos de su familia.
La formación que tengo no estaba dentro de las ciencias de la educación, pero mi interés por ellos y mi corazón, habitados por el Señor, me dieron la apertura y la inteligencia necesaria para acompañar y guiar a los jóvenes en sus diversas situaciones de vida.
Recuerdo que una vez, uno de los jóvenes me pedía ayuda para preparar una charla sobre la paz, le aconsejé de leer la enciclica de Juan XXIII, "Pacem in Terris", y él obutvo una clasificación de 15/20, que con alegría, celebramos juntos!
Después de los exámenes iba al Liceo para interesarme por los resultados. Y cuando ellos egresaban, venían a agradecerme. "Gracias a usted, pudimos leer, consultar, estudiar en buenas condiciones."
Luego de mi partida, un joven musulmán me escribió para agradecerme de haberle hecho descubrir el diario "La Croix" ("La Cruz").
Recuerdo a una jovencita, Myriam, que hizo toda su secundaria estudiando en la biblioteca. Le pregunté lo que la biblioteca le aportó, a lo que me respondió: -"Ella me permitió de viajar."
Con los animadores, solíamos realizar algunos momentos de oración durante la tarde, en nuestra capilla (en la casa de las Hnas. nsa). Ellos tenían una fe sencilla y ferviente.
Durante las vacaciones de Navidad, siempre organizábamos en la Iglesia, una vigilia de oración con los animadores, los catecúmenos y los jóvenes de la biblioteca que querían participar. Ellos llegaban cantando, llenando todo el espacio! Eso no se puede olvidar!
Hubieron cinco vocaciones entre esos jóvenes. Pierre, Michel, Marcel y León en Congregaciones Religiosas, al igual que una de las jóvenes que era profesora de español y que frecuentaba la biblioteca regularmente.
Pierre era un caso particular. Lo conocí cuando estaba en tercer año. Al verlo vivir, un día le pregunté: "Alguna vez pensaste en consagrarle toda tu vida a Jesús?" La respuesta fue un fuerte rechazo. Más tarde, él partió hacia Adjamé. Allí encontró una joven con la que hizo un serio proyecto de vida. Pero desgraciadamente, una epidemia de meningitis le quitó la vida. El tuvo un tiempo de duelo con mucho dolor y tristeza. Un día, Pierre me visitó en Gagnoa donde yo tenía la responsabilidad del internado de las jóvenes. Yo le repetí mi pregunta: "Ahora, tal vez Dios te muestra el camino a seguir. No consideraste la posibilidad de la vida religiosa?" A lo que me respondió: -"Sí."
El ingresó en el "Camino Nuevo", donde más tarde fue ordenado sacerdote. Permanecimos en comunicación. Actualmente es misionero en Brasil.
Todo ésto queda grabado en mi corazón y agradezco a Dios por todo lo que me permitió vivir y realizar con EL y con todos esos jóvenes en Agbovile.
Testimonio recogido por la Hna. Christiana Roussey, nsa, y publicado en la revista de las Hermanas nsa de Francia: "France Horizon", nº 124.
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