Hace 17 años que dejé la Argentina, pero cuántos recuerdos vienen a mi memoria evocando los diez años que pasé en aquel país: siete años en Córdoba, en Barrio Suárez, y tres años en Quilmes Este, provincia de Buenos Aires.
Cómo compartir todas esas experiencias?...son tantas y el riesgo es que al ponerlas por escrito, no logre trasmitir su sabor y riqueza...pero lo intentaré!
En barrio Suárez nuestra comunidad de Hermanas nsa estaba inserta desde hacía varios años y desde que llegué, fui presentada a los vecions y a los agentes pastorales de la Capilla Santa Clara: Mechita y Cacho, Silvia y Julio, Niní y Jorgue, doña María con sus hijas Tita y Kuka...cuantas alegrías y penas compartidas, mates y asados de por medio! y también cuántas actividades pastorales! grupos para compartir la Palabra de Dios, catequesis familiar, participación en el grupo de CARITAS...
Muy cerca de casa se encontraba el asentamiento de la Costa Cañada. Allí vivian personas que venían del interior del país con la esperanza de encontrar trabajo...pero la mayoría de ellos sólo encontraban pequenas tareas y vivían en la precariedad.
Muchas de las viviendas estaban construidas con materiales que encontraban por aquí y por allá. Pero estaban limpias y adornadas con plantas.
Nosotras íbamos a visitar esas familias donde encontrábamos siempre muy buena acogida. A través de CARITAS, tratábamos de ayudar a quiens más lo necesitaban. Cuántos ejemplos de solidaridad, de alegría, de simplicidad!
Después de la reunión de la Conferencia Episcopal Latinoamericana en Puebla (1979), donde se señaló que América latina, evangelizada desde hacía tantos años, debía abrirse a la misión hacia otros continentes, fuimos invitadas a la Argentina por el Cardenal Primatesta, para desarrollar ese espíritu misionero "Ad Gentes", propio del carisma de nuestra Congregación.
Se me confió, particularmente, ésta actividad de Animación Misionera y fue así que tuve la ocasión de recorrer el país a lo largo y a lo ancho, y de descubrir un poco más el "alma argentina", su apertura, su alegría de vivir, su generosidad...
Yo recorría los colegios, las parroquias, y trataba de hacerles descubrir el Africa, sus riquezas, su cultura.
Cuántas experiencias compartidas con las familias que me alojaban en sus casas durante una semana de misión, que muchas veces se renovaba cada año con motivo de las Fiestas Patronales.
Después de siete años en Córdoba, fui enviada, con otras dos Hermanas nsa, para fundar uan nueva inserción en Quilmes. En un barrio humilde, cerca del Río de la Plata.
Allí desarrollamos actividades semejantes a las que teníamos en Córdoba. Y allí también encontré la misma calidez humana, el mismo compartir de alegrías y penas, la misma solidaridad!
Aún recuerdo varios rostros: la tía Gabriela, Norma y su familia...y tantos otros que quedan en mi memoria y en mi corazón!
En Argentina, si bien la misión ad extra (fuera del país) no estaba muy desarrollada, la idea misma de "misión", no era desconocida y existían numerosos grupos misioneros, de jóvenes y adultos, que visitaban los barrios y pueblos a lo largo del año. En efecto, la Argentina, a priori muy cristiana, es fuertemente marcada por el desarrollo de sectas y de diversas iglesias separadas. Por lo que la misión consiste en reforzar las bases de la vida cristiana y la vitalidad de las parroquias.
En las regiones más aisladas del norte del país, la presencia de sacerdotes es muy reducida y la vida cristiana corre el riesgo de desvirtuarse.
También, ciertos grupos misioneros partían durante las vacaciones escolares hacia diversos puntos del país, para acompañar éstas comunidades cristianas más aisladas. Así, durante una quincena de días, ellos visitaban las familias, agrupaban a los niños para jugar y darles catequesis; preparaban para el Bautismo, las Primeras Comuniones, los Matrimonios, y compartían su fe. En general, los grupos misioneros estaban acompañados por un sacerdote. Para la gente que los recibía, era un tiempo especial, de fiesta y bendiciones!
Habría tantas cosas para seguir compartiendo, pero voy a concluir testimoniando que en todos mis encuentros, siempre me llamó la atención la alegría de vivir de los argentinos, su sentido de acogida, su generosidad...y sí, ellos me evangelizaron!
Hna. Marie-Rose Begué, nsa
Artículo traducido del boletín de las Hnas. nsa de Francia: "France Horizon", nº 124.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario