ENTRE BOUSSO Y LAFANA, EN CHAD!
Llueve, llueve!
Nos inundamos, el río crece, la hierba también crece con más fuerza en nuestro jardín, en el patio, en los campos, a los costados de la ruta...
Todo eso condiciona y limita las actividades de la comunidad. Nuestra última salida fuera de Bousso fue bastante agitada, así que no tenemos muchas ganas de recomenzar ésta aventura!
Debíamos inaugurar un nuevo puesto de farmacia en una aldea a unos quince km de Bousso, al otro lado del río.
Sábado por la mañana, un bello día soleado. Christiane, Marie Fernande y yo misma, tomamos la ruta que corre a lo largo del río Chari.
Evitamos los numerosos y a veces, profundos charcos, hasta llegar a Lafana...plof! plof!...evitamos el último charco...y nuestro viejo auto no quiere continuar...lo dejamos allí, al rayo del sol...En ese momento, nos damos cuenta de un imperdonable y "trágico" olvido:
no teníamos nuestra provisión de agua, tan vital en éste clima! Pero
hacemos como si nada fuese, y descendimos por el sendero, hacia el río, en búsqueda de una piragua para poder llegar a destino. Unos minutos más tarde, nos encontramos navegando sobre el río, tan majestuoso en ésta época del año, con nuestras miradas fijas en la orilla opuesta.
Al desembarcar en la aldea, seguimos hacia la aldea más próxima y luego otra, y otra...caminamos durante una hora y media antes de alcanzar nuestro destino!
Nos ofrecieron té y pepinos. Después de eso, estábamos listas para instalar e inaugurar la nueva farmacia con los correspondientes e interminables discursos, en presencia de todos los aldeanos.
Unas quince personas representaban a los pueblos vecinos, todos muy felices de saber que durante la estación de lluvias (cuando crece el río) contarían con los medicamentos de base y eso, gracias a la participación de todos.
Ya son las 16:30 hs...tiempo de comenzar nuestra ruta de regreso a casa.
Mismo escenario: caminata de una hora y media, que hicimos con la secreta esperanza de que nuestro auto, después de un buen descanso, quiera arrancar.
Una verdadera maratón a través de las altas hierbas, la arena, y sobre las olas, en una piragua donde hay que remar con ganas!
A las 18 hs, nos encontramos junto a nuestro auto, pero... Después de múltiples esfuerzos, sentimos crecer la inquietud en nosotras, pese a la ayuda que nos brinda la gente del pueblo.
Finalmente, nos proponen dejar el auto bajo un gran árbol que sirve para reuniones, y un alumno de la escuela, nos ofrece su hospitalidad: té, gachas de mijo, noticiero en la radio, y concierto en la emisora "France Inter", una casa humilde, y un colchón amplio (cinco estrellas!) Apreciamos muchísimo tanta generosidad, especialmente en esos tiempos difíciles de casi hambruna.
No previsto en el programa: la horda de mosquitos agresivos, hambrientos, en búsqueda de alimentos!
Noche de pesadillas, entrecortada con crisis de desesperanza, de risas, de picaduras, de tácticas defensivas!
Ya es el alba, y con ella, el fin de un combate..al menos contra los insectos nocturnos, pues, otra batalla nos espera.
El dueño de casa nos prepara un vaso de kinkéliba: planta que posee unas semillas que, tostadas, tienen el aspecto de café; con azúcar, es excelente, y además, es muy bueno para combatir el paludismo.
Ahora es tiempo de volver hacia el auto...Pero ningún signo de vida que nos hable de un motor que se pone en marcha después de un buen descanso!
Desistimos! y a las 6:15 hs, disfrutamos el placer de caminar por una ruta sombreada y por los caminos de aldea, donde nos deleitamos con el canto de los pájaros...toda la naturaleza se despierta con el alba! una maravilla!
Nuestro coraje es enorme, frente a los 15 km que nos esperan. Al final de esos 15 km: Bousso y agua fresca!!
Desistimos! y a las 6:15 hs, disfrutamos el placer de caminar por una ruta sombreada y por los caminos de aldea, donde nos deleitamos con el canto de los pájaros...toda la naturaleza se despierta con el alba! una maravilla!
Nuestro coraje es enorme, frente a los 15 km que nos esperan. Al final de esos 15 km: Bousso y agua fresca!!
Las nueve de la mañana: el sol es muy fuerte, sentimos sed, las piernas están pesadas, la planta de los los pies al rojo vivo...y la ruta que no termina nunca!
Los últimos kilómetros son terribles y la prueba final para ésta comunidad. Ninguna piedad para "el pato rengo y enfermo"...entramos en la etapa donde cada una velaba por sí misma.
En silencio, los ojos fijos sobre el techo de nuestra casa, que avistamos a lo lejos, los pies doloridos, como autómatas, por fin, llegamos a nuestra casa una detrás de otra, en un silencio monacal; desfile al baño...
En silencio, los ojos fijos sobre el techo de nuestra casa, que avistamos a lo lejos, los pies doloridos, como autómatas, por fin, llegamos a nuestra casa una detrás de otra, en un silencio monacal; desfile al baño...
Puertas cerradas durante todo el día. Recuperación general: ducha, café y tartines con manteca, descanso, más tartines, más café, descanso...
Al día siguiente, todo estaba mejor, salvo nuestro auto que continuaba bajo el cuidado de nuestros amigos en Lafana.
El objetivo, al contarles ésta experiencia es sobre todo, compartirles la alegría de los encuentros en las aldeas, a lo largo de las rutas, la hospitalidad, la ayuda simple y natural.
Se posee poco, pero ese poco, se comparte con alegría.
Este episodio, forma parte de nuestra vida cotidiana, hecha de trabajo en la huerta, el estudio de la lengua del lugar, las clases de costura con las mujeres y jóvenes, las jornadas en la biblioteca y las visitas a las aldeas.
Es la estación de lluvias. La estación donde todo se renueva, recobre fuerza y vida.
Hna. Theresia Blanc, nsa
Artículo traducido de la revista de las Hermanas nsa de Francia: "France Horizon", nº 125.
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