martes, 11 de octubre de 2016

LA MISION AYER Y HOY: LA MISIÓN EN CHAD, HNA. MARIE-FERNANDE TEMPLIER.

 Hacer memoria del pasado... Es algo que se puso de moda en  nuestra época actual! "para dar gracias", agrega el Papa Francisco.

Sí, es lo que podemos hacer cuando revivimos nuestra vida misionera y particularmente, ciertos períodos de la misma.
Durante unos doce años, viví en Chad, un país castigado por la guerra, y a veces, tambíen por la hambruna cuando la gente no podía cultivar la tierra, o cuando no llovía durante dos años seguidos. La vida era dura, pero la solidaridad entre las familias y entre los pueblos, era admirable, y así vivíamos!

Pese a las dificultades muy reales del momento, la diócesis de N´Djamena realiza su proyecto de abrir un Centro de Formación para los catequistas de zonas rurales, en la región de Ba Illi, en el sur de la diócesis.
Un sacerdote chadiano, ingeniero agrónomo, fue nombrado para la organización y dirección del Centro.
Durante varios años, me encontré asociada a ese trabajo. Una tarea bastante particular, pues los catequistas llegaban con sus familias, con sus niños más pequeños, dejando a los más grandes con la gran familia, en la aldea.
Durante todo un año, se instalan unas quince familias provenientes de varias regiones de la diócesis, con etnias e idiomas diferentes. Entonces, era necesario comenzar a organizar la vida común, repartir las tareas cotidianas. Así, el Centro se vuelve una "aldea" que adopta un estilo de vida comunitaria:
  • Ciertas actividades (comidas, tareas materiales...), se realizan por grupos de 3 o 4 familias.
  • Otras actividades (como los cursos) son para los hombres.
  • Las mujeres también tienen formación especial (costura, higiene, gestión)
  • La oración, la Palabra de Dios, el compartir el Evangelio, las revisiones de vida, los trabajos campestres, son las actividades que reagrupan a todos.
Formación muy particular, pues el catequista, en zona rural, tiene un rol muy importante en la comunidad cristiana. Él enseña la Palabra de Dios, prepara a quienes desean recibir los Sacramentos. A menudo, anima la oración, la liturgia del domingo, pero también, a través de su testimonio de vida, su comportamiento, atrae y forma a otros a la vida cristiana.

Entonces, es en ésta formación muy completa que participé junto al sacerdote y a algunas de mis Hermanas y algunos laicos.
Dependiendo del momento del año, a veces contábamos con mucho tiempo para los cursos, pero en la época de la siembra y de la cosecha, las jornadas estaban casi totalmente avocadas a los trabajos en el campo. ¿Cómo fijar su atención sobre la Palabra de Dios, sobre la liturgia o la pedagogía, y reflexionar después de 5 o 6 horas o más, de arduo trabajo bajo el sol del Chad?.. A menudo, ésto era imposible.
Por qué dedicar tanto tiempo a esos trabajos en el campo?
  1. Ante todo, porque el catequista de zona rural debe ser un hombre que cuida la vida de su familia. Así, él puede también ayudar a otros a mejorar sus vidas, salud, promover el bienestar de toda la aldea.
  2. La cosecha debe ser abundante, pues con el dinero de la venta del algodón, podrán pagar el viaje de regreso a sus aldeas de origen, y tener también algunos ahorros. 
  3. Cada familia podrá llevar además, algunas bolsas del sorgo cosechado, para que una vez de regreso a sus hogares, puedan alimentarse hasta la próxima cosecha.
  4. El resto del sorgo servirá para alimentar a las familias que llegarán al Centro el próximo año, para su formación.
Durante varios años, he permanecido en el Centro la mitad de la semana: desde el miércoles al sábado, compartiendo la vida, comiendo una vez con un grupo y luego con otros. El sacerdote, permanecía en el Centro, los primeros días de la semana.
La vida no era fácil. No teníamos electricidad; por supuesto, surgían los problemas de incomprensión, de salud, etc. El dispensario estaba a poco más de 10 km, y a menudo, tenía que llevar a alguien en el auto.

Admiraba el método de catequesis empleado en esa época, en nuestra región: catequesis oral.
  • Primer tiempo: una persona cuenta el texto bíblico (por ejemplo, la visita de los "Magos") una, dos y tres veces. Todo el mundo escucha atentamente. Luego otra persona retoma el texto con sus propias palabras, luego otra, y otra, hasta que el texto sea bien conocido por todos.
  • Segundo tiempo: ¿Qué entendimos? ¿Qué enseñanza nos deja ésta página del Evangelio?...y cada persona se expresa sobre ello.
 El mismo texto es retomado del mismo modo, en la Eucaristía del domingo. Después de que algunas personas compartieron lo que el texto les dice, el celebrante completa y enriquece la comprensión del texto bíblico.
La mirada nueva y la manera de comprender la Palabra de Dios, la manera de reapropiársela, con las palabras de la vida cotidiana, parecen dar al mensaje evangélico, un nuevo y más rico sabor. Eso es lo que yo sentía!

Esto que les cuento, es la memoria del pasado. Todo cambia tan rápido, el país, las mentalidades, los modos de vida. 
Hoy, en las parroquias de Francia, los celebrantes son numerosos, y las comunidades africanas son  vibrantes y activas en la vida de nuestra iglesia.
Esto nos llena de alegría, y podemos dar gracias por éste cambio que se dió tan solo en una decena de años!

                                      Hna. Marie-Fernande Templier, nsa.









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