viernes, 19 de octubre de 2018

LA BEATIFICACIÓN DE LOS MARTIRES DE ARGELIA (1)

Del Boletín de las Hermanas de Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles, Distrito de Argelia. Octubre 2018.
                                 


El próximo 8 de diciembre, en Orán, celebraremos la  beatificación de Monseñor Claverie, obispo de Orán, de la Orden de los Hermanos Dominicos, y de otros 18 religiosos, sacerdotes y religiosas, entre los que se encuentran dos de nuestras Hermanas: Angéle-Marie y Bibiana.

La iglesia los reconoce como "testigos de fidelidad y de diálogo". En efecto, no son mártires de la fe, éstos 19 mártires cristianos católicos, son un pequeño grupo de europeos víctimas de la violencia durante los años del terrorismo, momentos en que toda la población argelina musulmana sufrió el mismo trato, de parte de los fundamentalistas.
Nuestros hermanos y hermanas musulmanes de Argelia, perdieron más de 100.000 civiles, entre los cuales, hay 140 imams, asesinados por haber condenado los atentados contra los europeos cristianos!

Otros eran poetas, escritores, periodistas...niños y adultos, asesinados por ser "amigos de cristianos" o simplemente porque pensaban y querían una Argelia más abierta. 

Por eso, los tres días de fiesta que que viviremos, son al mismo tiempo, celebración de la Iglesia de todo el mundo, pero también, de la Iglesia de Argelia con el pueblo argelino, en memoria de todos aquellos y aquellas que perecieron por la RECONCILIACION, por una nueva PAZ, y por un mejor avenir para Argelia. 

La violencia del terrorismo de los años ´90 fue una respuesta ciega, impulsiva-agresiva de los fundamentalistas que creían haber llegado al poder en Argelia. En efecto, en los años ´88, al momento de las elecciones, el gobierno vio inmediatamente el peligro de esa corriente que había crecido y que probablemente ganaría las elecciones, y por eso, bloqueó el proceso electoral...todos sabemos lo que sucedió después!

Nuestras Hermanas Bibiane y Angéle-Marie, fueron asesinadas justo antes de los 7 monjes de Tibherine, el 3 de septiembre de 1995.

Jeanne Littlejohn, cuyo de nombre de religiosa fue, Hermana Angéle-Marie, nació en Túnez, el 22 de noviembre de 1933. Ingresó en la Congregación el 7 de marzo de 1957.
Después de su Primera Profesión Religiosa, es enviada como monitora del orfelinato de La Bouzarea ciudad de Argel, en Argelia.
Al mismo tiempo, ella comienza a formarse en el arte del bordado argelino. Más tarde, por sus "dedos de hada", será considerada una artista. 

Sus orígenes árabes, le facilitaron las relaciones y conocimiento de las costumbres locales. 
Toda su vida misionera, en tanto que Hermana de Nuestra Señora de los Apóstoles, la vivió en Argelia, entre las comunidades de La Bouzarea y Belcourt; en ésta última, vivía desde 1964. Allí enseñaba el bordado artesanal argelino.

Denise Lecrlercq, cuyo nombre de religiosa fue: Hermana Bibiane, nació en Francia, el 8 de febrero de 1930. 
Fue la mayor de 7 hermanos. Estaba formada en "Educación Familiar". 
Ingresó en la Congregación, el 4 de marzo de 1959.
Después de su Primera Profesión Religiosa en la Congregación de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora 
de los Apóstoles, es enviada a Constantine, en Argelia, donde sirve a la población como enfermera auxiliar en 
la maternidad de la Congregación.
En 1964, es enviada para abrir una escuela de costura y bordado para las jóvenes de Alger, respondiendo así, 
a un pedido de las autoridades locales. Durante 31 años y hasta que fue asesinada, enseñará a las jóvenes el
amor por el trabajo bello y bien hecho.

Cedemos la palabra a quien vivió éstos acontecimientos en tanto que obispo de Argel, Monseñor Henri Tessier:
"Las Hermanas Bibiane y Angéle-Marie, de la Congregación de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles, llegaron al barrio popular de Belcourt, situado al este de Alger, en 1964. 
Ellas habían sido llamadas por el Cardenal Duval, que deseaba responder a un pedido de la municipalidad. Ésta ultima, quería crear un Centro de Formación feminina en ese barrio, y proveería para tal fin, un local espacioso y un departamento para alojar a las Hermanas.
Diez años más tarde, se sumó la Hermana Yolanda, de Italia.  

Su sostén espiritual estaba asegurado por la parroquia de Belcourt que en ese entonces estaba a cargo de los Padres Scotto, Bonnamour y Pierre Lafitte.
Durante treinta años, ellas habían logrado desarrollar sólidos vínculos con numerosas familias del barrio, a través de la ayuda a las jóvenes, que en su mayoría provenían de familias muy humildes, y que deseaban aprender costura y bordado.

Las dos Hermanas fueron asesinadas el 3 de septiembre de 1995, a algunos metros de su casa y del Centro, mientras caminaban por la calle Hassiba Ben Bouali, al regresar de la Misa celebrada en lo de las "Pequeñas Hermanas de la Asunción" (actualmente, esa es la casa de las "Pequeñas Hermanas de Jesús", de Belcourt). 
La Misa del funeral fué celebrada con toda la comunidad cristiana de Alger, en la Iglesia Nuestra Señora de Africa.
El Papa Juan Pablo II, delegó para representarlo, a Monseñor Francisco Javier Errazuriz,
Secretario de la Congregación de Religiosos, que leyó el mensaje del Santo Padre redactado 
por el cardenal Sodano.

Sus cuerpos reposan, al igual que el de muchos de nuestros mártires, en el cementerio de Belfort, 
pero teniendo en cuenta la gravedad de la situación de ese momento, recién en el décimo aniversario 
de sus martirios, fue posible reunir en la Casa Diocesana, a numerosos de sus amigos del barrio. 

La familia de la Hermana Bibiane fue acompañada por la oración de la Iglesia de Amiens en Roye,
la familia de la Hermana Angéle-Marie, por la oración de la Iglesia de Niza, en la parroquia Santa 
Juana de Arco.

Los numerosos testimonios, oficiales o privados, recibidos después de sus muertes, son conservados
en los archivos del arzobispado de Argel."


A continuación, parte de una carta que nuestra Hermana Bibiane, envió a su familia:

"...Era la Semana Santa, que éste año coincidió con la última semana del Ramadán. 
Salimos de la Iglesia después de la Misa del Jueves Santo y nos encontramos con algunas 
mujeres que conocemos muy bien, que también regresaban a sus casas, después de la oración 
en la Mesquita. Así que nos abrazamos deseándonos mutuamente, "Feliz Fiesta" y alabando 
al Dios Misericordioso... 
Ésta es nuestra vida en Belcourt, una gran amistad y el respeto de nuestras creencias y de 
nuestras diferencias."


Durante la situación de mucha tensión en Argelia, nuestras Superioras Mayores de la 
Congregación, desde Roma, habían pedido a las Hermanas Bibiane y Angéle-Marie, de 
discernir personalmente y de informarles sobre su decisión sobre lo que deseaban hacer.
Las dos, por separado, decidieron permanecer junto al pueblo argelino.
Ésto es parte de lo que escribió la Hermana Bibiane:

"Estoy persuadida que nuestra presencia aquí, en éste barrio tan pobre, siempre fué importante.
Es una respuesta a las espectativas de ésta población, ya que son ellos mismos los que pidieron 
la presencia de Hermanas. 
Actualmente, ellos piden que permanezcamos aquí, en medio de ellos...

Me siento impotente delante de sus sufrimientos, pero sé que Dios ama éste pueblo y confío enormemente en Nuestra Señora de Africa. 
Cristo dijo: ´Mi Padre les dará todo lo que ustedes pidan en mi nombre´, y sé muy bien, que aunque a veces parezca ausente, Dios está con nosotras, conmigo: no tengo miedo. 
En su luz, Él me ayuda a descubrir las maravillas ocultas, solidaridades asombrosas, generosidades, corajes sobre humanos. 
 El Espíritu de Dios está obrando en el corazón de cada uno y de cada una. 

Elijo permanecer para responder a la confianza que se nos manifestó de parte de todos y de todas, y para ser una lucecita de esperanza en ésta tierra de Argelia..."


Permítanme también compartir las palabras de la Hermana Céleste-Marie, libanesa, que estaba en Argelia al mismo tiempo que nuestras dos mártires, y que nos revela dos vidas "entregadas" como un ícono para contemplar y para aprender:
" La belleza de sus trabajos que exigía bastante concentración, era un mensaje: nuestras Hermanas se entregaban como alimento, gota a gota, a cada una de las mujeres que ellas formaban. A través del trabajo bien hecho, ellas expresaban la dimensión del amor, de su unión con Dios. 
Éste amor y fidelidad creaban una atmósfera de paz...de comprensión fraterna que respiraba la persona que compartía algunas horas con ellas.
Comprometidas con un trabajo artesanal que forma a la mujer argelina, su ardor y voluntad de hacer bien el trabajo, dejaban transparentar su dinamismo misionero y su ternura por aquellas personas que formaban.
Creo que ellas rezaban al mismo tiempo que realizaban el consejo de nuestro Padre Fundador, Agustín Planque: 
"Vivan en la más íntima unión con Dios, en sus espíritus y en sus corazones, y manifiéstenlo en sus obras externas."


Nuestras dos palomas se fueron, como dice el poema de un amigo argelino, escrito para el día de sus funerales, pero nosotras, Hermanas de Nuestra Señora de los Apóstoles, seguimos presentes, aún si somos muy poquitas, y como toda la Iglesia, trabajamos en silencio, seguras de la Misión de evangelización que se realiza a través del testimonio y del encuentro.

Continuamos con el servicio a las mujeres, a través de la Formación Femenina, el servicio a los niños y jóvenes a través de los cursos de apoyo en francés y en inglés, el servicio a los enfermos, a los discapacitados y a las familias más pobres a través de las visitas, el acompañamiento y la orientación de las instituciones sanitarias locales. Pero los tiempos cambian, y nos abrimos a las necesidades de hoy con la pastoral en la parroquia, los migrantes, la visita a los prisioneros.


 APARECIERON DOS PALOMAS
(Poema de un amigo argelino)

 Hace mucho tiempo, 
en nuestro cielo,
guiadas por el Espíritu Santo
para vivir sus vidas pobres
entre los pobres de nuestro país
para servir, enseñar, curar y ayudar
con una amplia sonrisa
Para compartir y amar
simplemente y humildemente
Con aquellos que más lo necesitan.
Para rezar e invocar al Señor,
para ser pequeños cirios,
una débil luz,
una balisa para los náufragos de éste mundo.
Para ser una presencia, la de Cristo
en medio de los que no son amados. 

Dos palomas que volaron.
No lloren, no giman,
No se inquieten,
No tengan miedo,
porque ustedes son los testigos
del Don supremo,
de la obediencia a Aquel que dijo:
"Yo soy el Camino,
Yo soy la Verdad, Yo soy la Vida"

Miren, cuando fueron derribadas,
siempre juntas, una sobre la otra, sobre la tierra, sus cuerpos formaron una cruz
Y en el cielo con sus almas,
ellas bordaron la palabra "AMOR".























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