sábado, 25 de febrero de 2017

BODAS DE CANA EN EL CAMINO.

Había llevado a las mujeres de la cocina con sus trastos y a las monjas al lugar donde los peregrinos reiniciaban la etapa siguiente y a continuación regresé a Bougou donde tomé unas notas sobre la peregrinación, recogí las cosas y me fui de nuevo al encuentro de los peregrinos que tenían la intención de ir a saludar al obispo.



Llegamos al mismo tiempo y juntos entramos en el corazón de la diócesis. Allí Mons. Viera nos recibió con un despliegue de amabilidad, paternidad y religiosidad excelentes. Nos bendijo a medida que íbamos entrando en el recinto y luego leyó y comentó el Evangelio de las Bodas de Cana subrayando la intuición femenina de María, su prevención y misericordia que preparaba la acción poderosa y desbordante de Jesús.

Habían preparado sillas para todos. Marcos y yo estábamos sentados en la última fila escuchando las palabras del obispo y observando el recogimiento de los peregrinos a pesar del cansancio después de haber recorrido a buen paso alrededor de quince kilómetros.
Se distribuyó bebida para todos y un panecillo de bizcocho. Mientras tanto pude intercambiar unas frases con Monseñor Viera. Me interesé por su salud, me dijo que se encontraba bien, gracias a Dios.
- Es sorprendente contemplar una celebración semejante, comenté recordando las dificultades por las que habían pasado nuestros predecesores en un ambiente nada favorable e islamizado.
- ¡Ni se lo hubiesen podido imaginar los padres Mathieu, Mabon, Ramin…!, respondió monseñor.
- Me llamó la atención la actitud recogida y fervorosa de la gente y me emocionó la oración ante la imagen de la Virgen de Pelebina postrados y en silencio, comenté.
- A menudo es el pueblo de Dios el que educa y alumbra a sus pastores.
- Cierto.

Siguió el ceremonial, los peregrinos se refugiaron a la sombra de unos árboles preparándose para seguir su camino y yo recogí mis cosas, el aparato de fotos y la mochila. Me despedí de Marcos y seguí mi propia peregrinación por las estaciones donde residen mis hermanos dispersos por los cuatro puntos cardinales.
Rafael Marco, sma.

No hay comentarios.: