sábado, 25 de febrero de 2017

LA ECOLOGIA Y EL "PADRE NUESTRO"


Aparte de los círculos de los escépticos del clima, la encíclica de Francisco sobre la ecología ha sido recibido con entusiasmo tanto dentro de la Iglesia Católica, entre otras iglesias y religiones, como en la política y toda la sociedad civil.  
Me gustaría compartir aquí un impacto que tuvo en mi forma de rezar el Padre Nuestro.


Esta hermosa oración que el mismo Jesucristo nos enseñó,  siempre es tan nueva como sorprendente, a condición de no repitirla de forma mecánica.  Me sucedió repetidas veces, que no logro ir más allá de las dos primeras palabras ("Padre Nuestro"), tratando de comprender lo que ese "nuestro" podría incluír e imaginando reunir a mi alrededor, todo el género humano que comprende esa palabra "nuestro".
El viaje de esa representación puede ir de un continente al otro, tratando de incluír lo que la geografía contiene como pueblos, naciones, culturas, civilizaciones y razas sobre toda la faz de la tierra, e imaginando que los unos y los otros tienen exactamente los mismos derechos de ser "hijos-hijas" de ese "Padre de los Cielos".

Cuando tengo algún problema con algún hermano, y digo ésta oración, lucho para que ese Padre bueno y misericordioso sea "nuestro Padre" y no sólo y exclusivamente "mi Padre". 
Y cuando pienso en las guerras que enfrentan a los hijos e hijas de un mismo Padre, el "Padre Nuestro" será seguido de grandes interrogantes. Si no puedo continuar ésta oración antes de haber recibido una respuesta de un Padre todo poderoso que vé - y permite? - a sus hijos e hijas destruirse unos a otros sin decir nada ni intervenir de alguna manera, ésta oración puede durar tanto como esa situación. 
El es el Padre de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Moisés, de los profetas y de todos los portadores de sentido de la historia de salvación. 
Es acaso también, el Padre común de todos aquellos que esclavizaron a sus hermanos y hermanas, de aquellos que murieron sin conocer a Cristo, de los que explotan a otros? 
Será también el Padre de quienes despojan a otros de su dignidad de personas? O bien habrá que preguntarse cúando será él, Nuestro Padre?

No hay una sola frase de ésta bella oración que no se preste a una meditación profunda, a veces exaltante, a veces existencial, etc. 
Tomen por ejemplo, el caso de su Reino que debe venir, de su voluntad a extenderse sobre toda la tierra, del pan cotidiano a millones de hambrientos de cada día.
  
Pero, es más bien la relación que establece "Laudato Si" entre Dios y toda la creación que me sorprendió y dió un giro a mi meditación.
Estaba leyendo el libro de Jonás, en el que Jonás, enojado contra la misericordia de Dios hacia los habitantes de Nínive, se retira al desierto. Dios hace crecer un día, rápidamente, una planta de ricino par darle sombra. Al día siguiente, Dios hace morir al ricino y hace levantar un viento caliente. Irritado aún más contra Dios, Jonás desea morir. Entonces Dios le dice a Jonás: "Tuviste pena por el ricino que no te costó ningún trabajo y al que no hiciste crecer, que nació en un día y pereció en una noche. Y yo no no tengo derecho a tener piedad de Nínive, la gran ciudad, en la que se encuentran más de ciento veinte mil personas que no saben distinguir su mano derecha de la izquierda, y donde también hay una gran cantidad de animales!" (Jonás 4,10-11)
Entonces descubrí que la extensión que le doy a las palabras "Padre Nuestro", era muy estrecha, ya que se limitaba a los humanos y no abarcaba a todas las creaturas de Dios. Tuve como un vértigo y me sentí llamado a hacer justicia a toda la creación incluyendo el universo entero en ésta primeras palabras de ésta bella oración.

Volví sobre la encíclica "Laudato Si" del Papa Francisco sobre las inflexiones que subraya sobre la teología de la creación. La teología de la creación está fuertemente influenciada por la filosofía griega y, en éste pundo preciso del lugar del hombre en el mundo, por el pensamiento de Platón, él mismo, heredero de la afirmación fundamental de Protágoras: "El hombre es la medida de todas las cosas, de las que existen y de su naturaleza; de las que no son y de la explicación de su no-existencia."
La interpretación de Génesis 1,28 ("sometan" la tierra) fue como un cheque en blanco para una dominación absoluta del hombre sobre las otras creaturas, un derecho de exploración y de comprensión de la creación sin tabú, lo que condujo a una "explotación salvaje de la naturaleza" (LS, 66). 
La mirada del hombre no quería reconocer el deber que también le fue dado,  del Creador sobre la creación, de ser el administrador - simple administrador! - ("Cultivar y cuidar" la tierra, Génesis 2,15).
Después del pecado del hombre, "la relación armoniosa que existía entre los seres humanos y la naturaleza, se volvió conflictiva" (LS 66). Seducido por la idea de ser igual a Dios, el hombre no quiso ser solamente un simple colaborador del Creador, él se convirtió en dominador y destructor.  

Etapa por etapa, comenzó la secularización del mundo, al mismo tiempo que su desacralización, para llegar a éste "antropocentrismo despótico" (LS 68) y "desviado" (LS 69). De éste modo, olvidó que, "en esos textos tan antiguos, llenos de profundo simbolismo, también, ya estaba contenida una convicción actual: todo está relacionado." (LS 70)
En consecuencia, tengo que ampliar mi campo de visión y asociar a mi oración a toda la creación. La Palabra de Dios nos dice que, también la naturaleza  alaba al Señor. 
El salmista la asocia a su acción de gracias. "Alábenlo, sol y luna..." (Salmo 148, 3-5).
En el cántico de Daniel (Daniel 3) todos los elementos de la creación - el fuego, el aire, la tierra y el mar - todos los fenómenos meteorológicos buenos y extremos, como también todos los seres vivos, y en particular el pueblo elegido y sus miembros consagrados al culto, todos, sin excepción, son invitados a alabar al Señor.
Isaías también asocia a los no-humanos a la alabanza de Yahvé: "Las bestias salvages me darán gloria - los chacales y los avestruces" (Isaías 43,20).
Cristo mismo afirmará: "Las piedras gritarán" (haciendo alusión a la alabanza al Señor) (Lucas 19,40).
San Francisco de Asís, había recuperado el estado de inocencia de la creación viviendo ésta armonía con todas las creaturas: sus hermanos y hermanas no eran solamente los seres humanos; él llamaba "hermano" al sol, del mismo modo que llamaba al hermano Bernardo o al hermano León; llamaba hermana a la luna o a la muerte, como también llamaba hermana a Clara. Se dice que su discípulo San Antonio de Padua predicará la Buena Noticia, también a los peces.

La fraternidad entre los seres humanos es un camino que a la humanidad le cuesta seguir y materializar. la crisis de los migrantes en Europa, las elecciones en Estados Unidos, la prostitución, el tráfico de personas, revelan el abismo entre unos y otros. Los centros de guerra y de inseguridad, un poco por todas partes en el mundo, muestran también, cuántas consideraciones de orden religiosa, cultural, racial, étnica, económica, filosófica, constituyen verdaderos frenos para que todos los seres humanos se acepten y vivan en paz como hijos e hijas de un mismo Padre. 
Cuánto tiempo necesitaremos para aceptar una relación de fraternidad universal, en la que cada ser sobre la tierra comprenderá y respetará el lugar de cada uno en su relación vital con los otros, ya sea que pertenezca al mundo mineral, al mundo biológico, al género humano, en su relación con el Creador? 

San Francisco de Asís, está ciertamente a un año luz por delante de nosotros, sobre el camino de ésta fraternidad cósmica, cuando exploramos su "Cántico de la Creación", aún después del empujoncito que nos da "Laudato Si" sobre una conciencia ecológica:


...Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas...


...Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.

Con todo el universo, digamos: "Padre Nuestro,..."

Padre Séraphin Kiosi, sma

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