martes, 7 de marzo de 2017

HACER MEMORIA Y NO OLVIDAR: EL PADRE JEAN PERRIN, SMA

 http://www.missionsafricaines.org/jean-perrin-repose-au-sanctuaire-n,1521.html

 En su página web, el padre Silvano Galli, publica extractos de la homilía del Padre Jean-Marie Guillaume, el día de los funerales del Padre Jean Perrin (Sociedad de Misiones Africanas, sma).


 64 años de vida entregados al Togo

Estamos aquí para un tiempo de paz, de meditación, de emoción, de tristeza y de alegría, de acción de gracias.
Damos gracias por el largo camino que permitió al padre Jean Perrin, llegar a éste nuevo día, a éste "mundo de arriba" que es el objetivo de toda la vida, según escuchamos en la lectura del texto bíblico. El mundo de arriba es la plena participación a la resurrección de Cristo. Es lo que por la  fe, creía el padre Perrin; fé que él desarrolló y alimentó hasta el fin. En ésta celebración, damos gracias por ésta fé del Padre Perrin y todo lo que su fé le permitió hacer.

Ese don de la Fe, que recibió el Padre Perrin, a salpicado sobre todas las comunidades cristianas que él fundó, que acompañó, que amó, aquellas por las que él se entregó durante 65 años de sacerdocio: las comunidades de Sokodé, que estuvieron al inicio de la misión en Togo; las de Kara-Yadé, durante 15 años; las de Blitta, durante 25 años; las de Tchébébé, durante 6 años; de Sotouboua, durante 19 años.
Ya vimos de qué manera el Padre Perrin, marcó la comunidad católica de Sotouboua a través de la construcción de iglesias y cómo marcó ese barrio atento al santuario. Por todos los lugares que el padre Perrin pasó, dejó una huella de fé, de caridad, de Evangelio.

Es María, Madre de la Merced, Nuestra Señora de la Misericordia, que nos acoge hoy para dar gracias por ésta vida tan larga y fructuosa. Éste santuario, el Padre Perrin lo hizo construír, porque él mismo experimentó la misericordia obtenida a través de la Virgen María. Él había prometido a la Virgen, levantar un edificio en su honor, si el escapaba a los horrores de la guerra, cuando le tocó estar en Rusia. Él regresó de la guerra y pudo cumplir su promesa. El santuario fue inaugurado en julio del 2011, al mismo tiempo que él celebraba sus 60 años de sacerdocio.

En el santuario, Juan quiso agregar una gruta, como en Lurdes; es la última obra que pudo supervisar. El 28 de mayo del 2016, escribía: " Buena noticia. La imagen de la Virgen María llegó tal como lo esperaba... Quiero que los peregrinos y la gente de paso, puedan beber del agua bendita, como en Lurdes, por eso, la instalación de agua corriente...María me ayudó muchísimo con el santuario, y me protegió durante la guerra y hasta el día de hoy. Mi padre había prometido enviarme a Lurdes si yo lograba regresar de la guerra...y pude ir. Por eso, ésta gruta, como un gesto de mi gratitud."

El agua, símbolo de vida y de la vida eterna, fue uno de las mayores preocupaciones de su vida
El la utilizó para los numerosos bautismos que administró, para las numerosas iglesias y capillas que hizo construír y bendijo. El padre Perrin conocía muy bien el valor y la necesidad del agua. Con su péndulo, durante años, buscó las fuentes de agua en numerosas aldeas y comuniddes. La primera cosa que hacía al comenzar una nueva construcción, era hacer cavar un pozo y garantizar la reserva necesaria de agua. Por donde pasó, siempre hacía una huerta y nunca faltaba el agua, del mismo modo que nunca le faltó el agua de la gracia de Dios.

El Padre Perrin, recibió numerosos talentos...que supo descubrirlos y ponerlos en valor. El primer regalo que Dios le hizo, y que fué la base de su solidez y de la fuerza de su compromiso y de toda su vida, fue el de la fe y de la confianza; una fé recibida de sus padres, de su padre que lo envió a Lurdes, de su pueblo, de donde surgieron unos seis sacerdotes para las Misiones Africanas! La fe que Jean recibió, le dió vida, y le permitió engendrar una confianza a toda prueba, confianza en la vida, don de Dios, que él supo mantener al momento de la guerra, confianza en Dios, confianza en María.

Otro don que desarrolló es el de la compasión por los enfermos y los más pobres...Siempre fueron numerosos los que llamaban a la puerta de su corazón. Su compasíon por los más pobres, lo ha puesto en movimiento, incluso a veces, enojado, y lo llevó a involucrar a las autoridades locales y nacionales, logrando por ejemplo: la eliminación de un elefante solo, agresivo; la obtención  de un territorio para los refugiados tomado de la reserva de la fauna, más allá de Anié, detrás de Tchébébé, por lo que se trazó una nueva ruta, se construyó otro puente, se creó un dispensario del gobierno y una escuela...

La escuela, la educación, fue otra de sus preocupaciones. Abrió escuelas, colegios por donde pasaba. 
Una de sus primeras obras fue la escuela secundaria de Kara, inaugurada en 1956, que más tarde fue el Colegio Chaminade. Inició la construcción del colegio que luego sería el "Colegio Adèle", para las jóvenes. Así lo recordaba: "Cuando hice el pedido de un colegio católico para Lama-Kara, hizo el efecto de una bomba: yo no tenía nada, y el obispo tampoco, y el ministerio no aceptaba el pedido. Finalmente lo aceptaron, a condición que no lleve el nombre de "colegio", sino el de "Instituto Secundario"...y comenzó la obra..."

La educación escolar no le bastaba, utilizó sus talentos de músico, más allá de su importante sordera, para enseñar música, la trompeta y el órgano electrónico. Desarrolló el grupo de majorettes, siempre presentes y activas en los grandes eventos. 
En medio de todo eso, nunca descuidó el servicio pastoral, para lo que utilizaba las medios más modernos que iban surgiendo: el cine, los videos, internet... Estricto y exigente para la vida cristiana.

Tenía mil y un proyecots, aún poco antes de su muerte: "Comenzé una sala de conferencias, pero parece que no es lo suficientemente grande...pienso que en tres años...", escribía el 5 de junio del 2016. 
"Murió trabajando", me decía ayer un sacerdote que estaba cerca suyo éste último tiempo. Pero su cuerpo, desgastado por tantas actividades, no podía más, y un día, todos partimos. No hacía mucho que había terminado de supervisar la gruta  dedicada a Nuestra Señora de Lurdes, Nuestra Señora de la Merced, la Virgen María seguramente lo condujo de la mano, hacia un día nuevo, al encuentro del Dios Vivo. Con él, podemos decir: "Dios hizo por mí, maravillas."



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