Participar en el compromiso definitivo de una de nuestras
Hermana es siempre un momento muy significativo y de mucha emoción.
En efecto, después de varios años de formación, de
discernimiento, de trabajo sobre el terreno de la misión, de vida comunitaria
compartida, nuestras Hermansa se comprometen para siempre, delante de Dios, de
la Iglesia y de sus familias, consagrando totalmente sus vidas a Dios, y
poniéndose a su servicio en la Iglesia y en la Misión, según el estilo de vida
de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles.
Nosotras, como su nueva familia religiosa, las recibimos con
mucha alegría y entusiasmo.
A finales del año 2014, tuve la alegría de vivir, en Gana, la
Profesión Religiosa Definitiva de tres de nuestras Hermanas ganeanas. Por
supuesto que hubo una gran fiesta al estilo africano, pero yo subrayaría un aspecto de ésta magnifica celebración que se
desarrolló en una iglesia parroquial llena de gente, al ritmo de los tambores y
las danzas, como un verdadero acontecimiento de celebración y alabanza.
Nuestras tres hermanas avanzaron en medio de la asamblea
llevando tres objetos en arcilla que forman parte de la vida cotidiana de la
mujer africana: una jarra, un mortero para romper las semillas, y un cántaro.
El sentido de éste gesto simbólico fue resumido por el canto
que acompañaba la ofrenda: “Abba, eres el
alfarero, nosotras somos la arcilla, el trabajo de tus manos. Modélanos a la
imagen de tu Hijo Jesús. Padre, que seamos “uno” en Tì, como Jesús es “uno” en
Tì. Todo lo que soy, todo lo que tengo, te lo ofrezco para ser alabanza y
acción de gracias.”
Acaso no eligieron ellas un aspecto fundamental de nuestra
vida consagrada?
Hna. Rachel Hohmann,
nsa
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