martes, 12 de mayo de 2015

UNA EXPERIENCIA ENRIQUECEDORA

Hace muy poco tiempo regresé del Burkina Faso donde encontré viejos y nuevos amigos.
Una vez más he podido hacer éste experiencia inolvidable, rodeada de personas extraordinarias. Es el quinto viaje que realizo a éste país que tanto amo. Fui a la comunidad de Diabo de las Hermanas de Nuestra Señora de los Apóstoles, donde está la Hermana Alma Comi, italiana, que vive en Burkina Faso desde hace 19 años.
Recibida como siempre con calidez y simpatía, acompañé a la Hna. Alma en todas sus actividades y vistas a los pueblos y comunidades, encontrando así, viejos y nuevos amigos.
La belleza de ésta gente me llenó de alegría el corazón. También tengo en mi mente el recuerdo del sufrimiento que viven con tanta dignidad.
Dos cosas me conmovieron: la vida de la gente y la vida de las Hermanas nsa.

LA GENTE:
La mayoría de la gente es pobre, pero aún careciendo de muchas cosas, viven con una gran serenidad, confianza y agradecimiento. Recuerdo por ejemplo, el compartamiento respetuoso de los niños durante la catequesis y su alegría cuando reciben un simple caramelo, y sus rostros radiantes, diciendo: "Barka", es decir, "Gracias".
Acompañando al a Hermana Alma en la visita a las aldeas, donde ella organiza momentos de oración con los adultos, he descubierto la fe profunda de ésta gente, su confianza en Dios, y su profundo deseo de conocer y amar a Jesús.

LA COMUNIDAD DE LAS HERMANA NSA:
La comunidad de las Hermanas nsa es el "lugar privilegiado" donde acude tanta gente con diversas necesidades. En el caso de aquellos que no pueden llegar, son los catequistas que hacen de intermediarios.
Las puertas de la casa están siempre abiertas. Es una casa sencilla, que acoge indistintamente a todos.
La Hermana Felcia, originaria de Burkina Faso, es la responsable del CREN (Centro de Recuperación para los niños malnutridos); la Hermana Agnes, de Gana, se ocupa del Centro Esperanza, para los discapacitados; la Hna. Alma, anima y coordina la pastoral de la parroquia y de 20 aldeas circundantes, a las que llega con la moto, sin temer al mal estado de los caminos. 
Para ella, los pobres son una prioridad y lo demuestra desde hace 19 años.
He aprendido que los pobres no sólo necesitan alimentos, medicinas, ropa, sino que más bien necesitan de atención, de una sonrisa, del respeto de su dignidad. Son éstas cualidades humanas que nos hacen madres y hermanas de ésta gente.

Las jornadas de las Hermanas comienza temprano. Son numerosas las personas que llegan cada día. La Hermana Alma escucha, aconseja, toma nota de las necesidades de cada uno, organiza citas con el médico, acompaña al hospital algún enfermo para realizar algún examen, etc.

También está toda la pastoral: catequesis, servicio litúrgico, momentos de oración compartiendo la Palabra de dios, formación de los catequistas y de los monaguillos, peregrinaciones con niños y adultos, durante los cuales se camina bajo el sol intenso, rezando, cantando con alegría. No faltan momentos recreativos con sketchs en los que participan con creatividad y buen humor.

Una nueva actividad en Diabo, es el jardín de Infantes que las Hermanas inauguraton en octubre del 2014. Hace mucho que las familias pedían éste servicio a las Hermanas. Finalmente se pudo concretar. 

Ahora que regresé a Italia, recuerdo todo lo vivido y aprendido junto a las gente del lugar y a las Hermanas nsa, y quiero expresar en dos palabras la enseñanza profunda que me ha quedado de aquella experiencia: Acogida y compartir.

ACOGIDA:
El Papa Francisco dice en su discurso: "El amor de la iglesia por los pobres, se inspira en las Bienaventuranzas del Evangelio, en la pobreza de Jesús y en su amor por los pobres. Este amor incluye la pobreza material y también las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa. Ayudar a los pobres es el principal testimonio de la caridad fraterna."
Todo lo que poseemos no nos pertenece y no tiene sentido si no lo compartimos. En Diabo, pude comprobar la realización de éstas palabras : los pobres van confiados hacia las Hermanas, les cuentan sus necesidades porque se sienten acogidos, amados, y vuelven a sus casas confortados y ayudados.

COMPARTIR:
En Burkina Faso he "tocado" con mis manos la generosidad de tantos amigos italianos y su capacidad de compartir. En efecto, todo lo que se da, los proyectos que se realizan, son posibles gracias a la colaboración de los benefactores. 
Agradezco a la comunidad de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles, particularmente a la Hermana Alma, y sus Hermanas de la comunidad de Diabo por haberme permitido realizar ésta estupenda experiencia.

                                                                   Rosa Tagliabue, laica italiana.

Traducido de la revista "Regina Apostolorum", de las Hermanas nsa de Italia, marzo 2015. 




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