miércoles, 23 de noviembre de 2016

EL PÁRAMO (NIGER)

http://www.misionesafricanas.org/archivos/articulos/072%20paramo/pagina.htm

Desde Torodí a Kankani hay una llanura impresionante que se pierde de vista en lontananza. Llana como la palma de la mano y sin apenas vegetación o muy rala, sólo han resistido en la batalla del sol y la arena el baobab, solitario y orgulloso, y en las hondonadas los djin, palmeras de varios troncos esbeltos que evocan remansos de aguas serenas en los cuentos orientales.

Es sólo una evocación porque por aquí ha pasado la guerra, una guerra destructora, aniquiladora que se ha llevado por delante gran parte de la vegetación. Han talado todos los árboles y arbustos que pudieran servir de leña para la ciudad y llegan unos camiones fantasmas sin matrículas, claxon ni frenos pertenecientes a aduaneros, diputados y ministros que la venden por plazas y esquinas como se vende el alma.
Han esquilmado el monte donde no hace mucho, la gente lo recuerda, vivía el león, el facocero y el antílope. Ahora se ven pasar escasos rebaños de cabras, cebúes y algún dromedario despistado que ramonea las hojas más altas y frescas de las plantas completando la desertificación que parece avanzar a ojos vista.

- Llevamos, además, unos años de una climatología extraña, apenas unos pocos días de harmatán y frío. Algunos dicen que es un signo de abundantes lluvias, pero lo que nos ha traído estos últimos años ha sido más sequía y más pobreza. Antes, la gente tenía unas cabras o corderos y cuando venían momentos de dificultad, vendían alguno de ellos y se compraban un saco de mijo para poder ir tirando. Hoy no tienen cabras porque no hay pastos, los animales no tienen nada para comer en el monte que se encuentra limpio y barrido y barrido por el viento. Antes, después de recoger el mijo, se dejaban las cañas en el campo y más tarde, cuando había tiempo, se recogían para montar las cercas y tejados. Hoy, al día siguiente de la cosecha, vuelves al campo a recogerlas, si no te las han robado, para almacenarlas como sea en tu casa porque va a ser el alimento de tu ganado, no tendrán otra cosa.

Son muchos los que pasan la noche en el monte durmiendo bajo las estrellas para proteger la broza del cacahuete, los deshechos del mijo o la hierba que han ido cortando y almacenando por vaguadas y ribazos. La tierra no da más, la tierra está agotada.

- Entonces ¿qué se puede hacer?
- No lo sé.

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