Con el objetivo de preparar nuestro Capítulo General, cuyo tema es: "Comprometidas para vivir la justicia y la paz", el equipo de redacción de "AMANIENH", les ofrece una reflexión sobre la paz y la justicia:
Artesanos de paz y justicia, construyamos comunidades reconciliadas.
Artesanos de Paz: "Bienaventurados los pacificadores: serán llamados hijos de Dios" (Mt 5,9).
Artesanos de Paz: "Bienaventurados los pacificadores: serán llamados hijos de Dios" (Mt 5,9).
Como
pacificadores, la oportunidad nos es dada todos los días, cada hora
para dar testimonio de paz, pero muchas veces hemos fallado.
Hemos
predicado la paz y muchas veces hemos olvidado que "la paz no es una
palabra vacía, es un comportamiento" (Houphouet Boigny).
El Espíritu Santo, que conoce nuestra conducta nos dice: "estén atentos,
fortalezcan lo que les queda y que está a punto de morir (...) recuerden lo que han
recibido y oído, consérvenlo y conviértanse". ¿Qué recibí? Es el Príncipe de la Paz (Jesús) que está llamando a la puerta de mi corazón y los ruidos internos y también los que están fuera de mí, me impiden escuchar.
"La paz sea contigo", fueron las primeras palabras del Resucitado para los discípulos que somos. De hecho, sin paz, ningún valor puede germinar en el corazón humano. ¿De qué paz se trata? Se
trata de la paz positiva "shalom": paz interior y social que implica
relaciones justas y saludables con uno mismo, con Dios, con los demás y el medio
ambiente, promoviendo el florecimiento y el desarrollo humano y social en
armonía .
¿Por qué recibimos este saludo: "La paz sea contigo" en la misa, pero la
experiencia de la paz es rara en nuestras familias y en la sociedad? Una pregunta fundamental que merece un momento de pausa para reflexionar. Una
de las razones sería el hecho de que "la paz es un regalo de Dios, pero
un regalo dado a todos los hombres y mujeres que están llamados a
realizarla" (JMP, 2016, Papa Francisco).
La búsqueda de la paz a menudo nos hace gritar justicia para todos en la sociedad. La mejor manera de lograrla, es comenzar a ser justo tú mismo.
Artesanos de la Justicia: "Bienaventurados los perseguidos por justicia; el reino de los cielos es de ellos y ellas" (Mt 5,10).
Cuando
la indiferencia hacia los demás, hacia su dignidad, sus derechos
fundamentales y su libertad, reviste el nivel institucional, en una
cultura impregnada de ganancias, favorece y en ocasiones justifica
acciones que constituyen amenazas a la paz.
Ante
estas injusticias, a menudo invocamos nuestra ira, pero recuerden ésto del apóstol
Santiago: "La ira del hombre no realiza la justicia de Dios" (Santiago 1,20).
Frente a ésto, el artesano de la Justicia adopta la actitud de Dios: "Vi la miseria de mi pueblo (...) Escuché su llanto (...); sí, conozco sus angustias. Bajé para librarlo "(Éxodo 3: 7-8).
Es importante tener en cuenta los verbos que describen la intervención de Dios: él observa, oye, él sabe, él baja, él libera.
Dios no es indiferente. Él está atento y actúa a través de los humanos (imágenes de Dios). Es por eso que estamos invitados a enfrentar las injusticias en nuestras familias, comunidades y vecindarios. Esto
se hace manteniendo relaciones correctas con uno mismo, con Dios, con
los demás y con el medio ambiente, porque se trata de ser justo, para
juzgar con rectitud. De hecho, el hombre tiene en él una
inclinación a emitir juicios sobre los acontecimientos y sobre aquellos que lo rodean, o sobre aquellos que conoce, sobre lo que ve y oye, sobre
lo que tiene experiencia. y sobre lo que no tiene experiencia, sobre lo que sabe y lo que no sabe.
Estos juicios a
menudo dan lugar a conflictos interpersonales, intercomunitarios,
inter-étnicos e inter-estatales ... Para evitar juicios falsos, San Juan
nos exhorta: "No juzguen según la apariencia, sino según la justicia"
(Jn 7,24).
Nuestras vidas son una sombra pasajera. Y
a menudo, la búsqueda desenfrenada de bienes y alegrías efímeros nos
lleva a múltiples injusticias que no son beneficiosas para nosotros ni para
la sociedad. Jesús nos aconseja así, "Busca primero el
reino de Dios y la justicia de Dios, y todas las demás cosas te serán
entregadas por añadidura" (Mateo 6,33).
Conscientes de
nuestra inclinación humana a buscar la satisfacción de nuestras
necesidades inmediatas, a menudo en detrimento de las necesidades
básicas, el autor de la Carta a los Romanos nos recuerda que "el Reino
de Dios no consiste en comida ni bebida, sino en justicia, paz y alegría "(Rom 14,17)
Cuando
todos estemos comprometidos a ser justicia y paz el uno para el otro,
podremos construir comunidades reconciliadas y satisfactorias.
La reconciliación es un proceso que requiere que "el amor y la verdad se encuentren; que la justicia y la paz se abracen "(Sal 85,11), porque es el lugar de encuentro de la verdad-la justicia-la misericordia-la paz.
Padre Michel Savadogo, sma; Director Ejecutivo de Rest-Cor
michesavping@yahoo.fr
Artículo traducido de la revista semestral " A M A N I E N H", N°
1, de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles (nsa)
de la Provincia de Costa de Marfil.
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