martes, 1 de noviembre de 2016

TU CORAZON JUNTO AL NUESTRO

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Comencé mi historia con la SMA (Sociedad de Misiones Africanas) cuando conocí al padre Carminati en un tren.
Frecuentaba el seminario de Novara, y el rector, Monseñor De Lorenzi, logró conseguir el permiso para que Monseñor Gremigni, mi obispo, me permita ingresar en la SMA.  Entonces, hice un año de noviciado en Chanly (Bélgica), y estudios de teología en Lyon (Francia). 
El rector era el Padre Paul Falcon. Cada seminarista tenía actividades sociales y pastorales. Yo iba regularmente a visitar una anciana que vivía sola. Un día dije al Padre Paul, "Tengo que ir a ver mi viejita para llevarle una bolsa de carbón." Él me respondió: "Así se comienza: "mi viejita". Más tarde será: "mis feligreses, mi misión"... Recuerde más bien, que nada le pertenece." Eso es algo que nunca olvidé!

Después de la ordenación sacerdotal, hace ya 50 años, permanecí algunos años en Génova. Estaba inserto en la Parroqia Regina Pacis, que tenía por párroco al Padre Bruno Gastaldo. Tenía a cargo los jóvenes de la Acción Católica y los Scouts. Entre ellos encontré jóvenes alegres, comprometidos con su fe. Recuerdo por ejemplo a dos de las animadoras: Anna María Fenu y Paola Salvi, dos jóvenes admirables en su fe y su dinamismo. Los scouts tenían como responsable a Enrico Diana y después, a Paolo Tizzani y Luigi Pastorino. Nuestra amistad dura hasta hoy.

En enero de 1972 fui enviado a Costa de Marfil, a la parroquia de Koun Abronso. Donde estaba el Padre Pierre Romaniak. La parroquia tenía unas 30 capillas. Apenas llegué, el Padre Pierre me llevó a todas las aldeas para presentarme a la gente. 
Desde mis comienzos tuve la suerte de encontrar compañeros de camino apasionados por la Misión.  
Ante todo, el Padre Pierre Jabulay, que con su libro de dos volúmenes "El Añi sin pena", me dio el gusto por éste idioma y los medios para aprenderlo. 
En la parroquia vecina de Tankessé, estaba el  Padre Hubert Grieneisen y el Padre Jean Paul Eschlimann, antropólogo. De él aprendí la pasión por la cultura del pueblo que me recibía: Añi-Bona, con quienes compartí mi vida y la fe de la comunidad. 
Un día estaba celebrando la misa en la casa del jefe de la comunidad cristiana que estaba gravemente enfermo. La habitación estaba llena de gente que lloraba. Entonces él les dijo. "Por qué lloran? Estoy viviendo el momento más importante de mi vida. Alégrense conmigo!". 

Más tarde, estuve doce años en la Casa Regional de Abidjan, Costa de Marfil, junto al Padre Pierre Roustan. 
En 1983, la SMA decidió recibir a los jóvenes africanos que querían ingresar con nosotros. Por eso, en la Casa Regional, también estaba el Padre Joseph Hardy, responsable del naciente Distrito SMA Africano y los tres primeros jóvenes africanos que comenzaban su formación. 
Abidjan era una antena abierta a todo el páis. Y la Casa Regional, un punto de referencia y de paso de todos los Padres que estaban en el territorio. 
El Cardenal Yago y el presidente Houphouet Boigni eran los dos grandes referentes y guías de la iglesia y del país. 
En cada uno de los lugares donde había sacerdotes italianos, había una radio, y en colaboración con el radio-club de Abidjan, cada uno tenía su nominativo. 
La radio fue de gran utilidad durante la guerra en Liberia. Los Padres SMA en Liberia, tenían como punto de referencia, a la Casa Regional de Liberia. 

En 1996, regresé a Génova, Italia, para un servicio que duró hasta el 2004. Tenía la responsabilidad de nuestra revista "Afriche", de la biblioteca africana  "Padre Borghero", y de la nueva página de internet de la comunidad. 
Más tarde fui enviado a Togo. Desde el 9 de enero del 2005, estoy en Kolowaré, donde también hay una comunidad de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles
También aquí traté de aprender la lengua de éste pueblo que me recibe, el Kotokoli. 
Después de un tiempo de observación, me puse a investigar sobre su historia y a sumergirme en su cultura para poder compartirla y contarla. Porque según un proverbio de aquí, "El gallo tiene un solo propietario, pero su canto pertenece a toda la aldea." 

He aprendido que lo más importante y valioso es la presencia, y no el hacer cosas: estar presente, aunque sea silenciosamente, por ejemplo ante la impotencia de las tragedias inesperadas. Y rezar, presentar al Señor la vida de la gente. 
Me gustaría que cuando ya no esté, la gente diga lo mismo que dijeron al Papa los habitantes de Chiapas: "Has puesto tu corazón junto al nuestro...llévanos en tu corazón con nuestra cultura, nuestras alegrías, nuestros dolores, las injusticias."

                                                                      Padre Silvano Galli, sma.

Artículo traducido de la revista de la SMA de Italia: "SMA Notizie", junio 2016.

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